domingo, 1 de enero de 2012

La discapacidad auditiva.

Definición: La discapacidad auditiva se define como la pérdida o anormalidad de la función anatómica y/o fisiológica del sistema auditivo, y tiene su consecuencia inmediata en una discapacidad para oír, lo que implica un déficit en el acceso al lenguaje oral. Partiendo de que la audición es la vía principal a través de la cual se desarrolla el lenguaje y el habla, debemos tener presente que cualquier trastorno en la percepción auditiva del niño y la niña, a edades tempranas, va a afectar a su desarrollo lingüístico y comunicativo, a sus procesos cognitivos y, consecuentemente, a su posterior integración escolar, social y laboral. Aunque el término de sordera implica un determinado grado de pérdida auditiva, éste se ha utilizado y se utiliza tradicionalmente para hacer referencia tanto a la pérdida leve como profunda, generalizando su uso en la designación de cualquier deficiencia auditiva.

Clasificación de las pérdidas auditivas
La clasificación de la pérdida auditiva, será distinta en función de los fines, criterios y puntos de vista de los autores que abordan el tema, por ello vamos a ver algunas de estas clasificaciones:

A.- Clasificación audiológica.

Tomamos como referencia la pérdida auditiva o umbral de nivel de audición (HTL) medida en decibelios (dB). La más utilizada es la clasificación según el Bureau Internacional de audiología:

  1. Audición normal: Umbral de audición (0-20 dB). El sujeto no tiene dificultades en la percepción de la palabra.

  2. Hipoacusia leve o ligera (20-40 dB). La voz débil o lejana no es percibida. En general el niño o la niña es considerado como poco atento y su detección es importantísima antes y durante la edad escolar.

  3. Hipoacusia media o moderada (40-70 dB). El umbral de audición se encuentra en el nivel conversacional medio. El retraso en el lenguaje y las alteraciones articulatorias son muy frecuentes.

  4. Hipoacusia severa (70-90 dB). Es necesario elevar la intensidad de la voz para que ésta pueda ser percibida. El niño presentará un lenguaje muy pobre o carecerá de él

  5. Hipoacusia profunda o sordera (más de 90 dB.) Sin la rehabilitación apropiada, estos niños no hablarán, sólo percibirán los ruidos muy intensos y será, casi siempre, más por la vía vibrotáctil que por la auditiva.

  6. Anacusia. Pérdida total de la audición. Se puede decir que son pérdidas excepcionales. Esta clasificación no puede ser valorada por sí sola, hay que tener en cuenta que la calidad de la percepción auditiva del alumnado con sordera depende de la combinación de múltiples aspectos (tipo de pérdida auditiva, grado de pérdida, morfología de la curva, dinámica residual, rendimiento protésico tonal y rendimiento protésico verbal) y no únicamente del grado de pérdida.

B.- Clasificación otológica.

Esta clasificación se realiza en función del lugar de la lesión:

  1. Hipoacusia de conducción o transmisión. Es una sordera producida por una alteración en el oído externo o medio, por lo que está afectada la parte mecánica del oído, lo que impide que el sonido llegue a estimular adecuadamente las células del órgano de Corti. Corresponden a patologías del oído externo y medio. Las más frecuentes son otitis serosas, perforación, tímpano esclerótico, otoesclerosis, colesteotoma.

  2. Sordera neurosensorial o perceptiva. Es cuando está dañada la cóclea «órgano de Corti». Sus causas más frecuentes pueden ser clasificadas en función a su momento de presentación en prenatales (genéticas o adquiridas), perinatales (problemas en el momento del parto) y postnatales (meningitis, otitis media…).

  3. Sordera central. Es la pérdida de reconocimiento del estímulo auditivo por lesión en las vías auditivas centrales. Algunos autores la denominan agnosia auditiva

  4. Sordera mixta: Es aquella que la patología está tanto en la vía de conducción del sonido, como en la de percepción.

C.- Clasificación según el momento de aparición.

  1. Hipoacusia prelocutiva. La pérdida auditiva está presente al nacer el bebé o aparece con anterioridad a la adquisición del lenguaje (2-3 años de vida) y por tanto el niño o la niña es incapaz de aprender a hablar en el caso de sorderas graves o profundas.

  2. Hipoacusia postlocutiva. La pérdida auditiva aparece con posterioridad a la adquisición del lenguaje, produciéndose de manera progresiva alteraciones fonéticas y prosódicas así como alteraciones de la voz.


Etiología de la discapacidad auditiva
Las causas de las deficiencias auditivas o hipoacusias podemos analizarlas cronológicamente, clasificándolas en:

prenatales (antes del nacimiento)

neonatales o perinatales (durante el parto)

postnatales (después del nacimiento)

Causas prenatales. Serán las afecciones que se presentan ya durante el periodo de gestación y podemos clasificarlas de dos tipos:

1. Origen hereditario-genético: La hipoacusia hereditaria afecta a uno de cada 4.000 nacidos y pueden presentarse aisladas (tanto dominantes como recesivas) o asociadas a otros síndromes o patologías.

2. Adquiridas: Las hipoacusias tienen su origen en procesos infecciosos como rubéola, toxoplasmosis, etc. o bien en la administración de fármacos ototóxicos a la madre, que pueden llegar por vía transplacentarias al feto.

Causas neonatales. En ocasiones no están muy claras y dependen de múltiples factores interrelacionados Podemos centrar las causas neonatales en cuatro: anoxia neonatal, ictericia neonatal, prematuridad y traumatismo obstétrico.

Causas Postnatales. Dentro de este grupo enmarcaremos todas aquellas hipoacusias que aparecerán a lo largo de la vida de una persona, destacando como causas más importantes
la meningitis, el sarampión, la varicela, la parotiditis, así como la exposición a sustancias tóxicas, especialmente de carácter farmacológico.

Conocer la incidencia global de las hipoacusias en la población es complicado, y los resultados varían en función del país donde se realiza el estudio y del nivel de pérdida que se toma como referencia. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y de la Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia (CODEPEH), podemos afirmar que la media es aproximadamente del uno por mil para hipoacusias severas y profundas.


¿Cuáles son las señales de alerta?
La familia y la escuela son los ámbitos donde con más facilidad se puede detectar signos o síntomas en el comportamiento del niño o la niña que nos aporten indicios o sospecha de la presencia de una deficiencia auditiva. A la vista de estas señales de alerta, es prioritario consultar con un especialista que confirme o descarte la presencia de patologías auditivas.

Los signos de alerta que dentro del ámbito familiar pueden hacernos sospechar de una deficiencia auditiva durante los primeros años de vida son:

  - El niño o la niña no muestra respuestas reflejas como el parpadeo o la agitación ante estímulos auditivos intensos e inesperados.

  - No busca ni se orienta cuando le llama.

  - No reconoce “papá” y “mamá” cuando se le nombran.

  - No responde ante ruidos familiares como la TV, el teléfono, el timbre, etc.

  - No comprende órdenes sencillas.

  - No realiza emisiones vocálicas ni interacciona verbalmente.

Los signos de alerta que debemos observar en el ámbito escolar se resumen en los siguientes:

  - Presenta dificultad para comprender y recordar las instrucciones del profesorado.

  - Su lenguaje es poco inteligible.

  - Presenta una pobreza de vocabulario.

  - Tiene dificultad para mantener la atención.

  - Presenta retraso escolar y bajo rendimiento.

  - Se distrae con facilidad en actividades de alto componente verbal.

  - Presenta alteraciones articulatorias.

  - El desarrollo del lenguaje es deficitario y presenta estructuras orales muy simples.

  - No participa en las actividades grupales de aula.

  - Se aísla con facilidad y no atiende a las explicaciones.

  - Responde sólo en ocasiones cuando se le llama o requiere.

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